diversiones finales

Esto de que paseante se haya tomado la vida es difícil. Es decir, es difícil de evitar.

El viernes, por ejemplo, no pudo dejar de imitar su vida al otro lado del océano. La única diferencia fue que esta vez, necesitó de una compañía, pues acá no se usa la vida de a uno, caminante, peatón y de transporte público.
De todos modos, la compañía estuvo de lo más amena. Tanto así, que regresó a su hogar a altas horas de la madrugada. Es que luego de ver el Acorazado Potemkin en la Plaza de la Ciudadanía, a paseante la llevaron a comer sushi y a oír música en vivo. Acompañados de botellas de vino charlaron de lo humano y lo divino, sin llegar a muchas conclusiones. O sí, pero no valen la pena. Lo importante es que paseante nuevamente fue feliz.
Y como las cosas no podían quedar así, al día siguiente Yesú llevó a paseante a por sushi una vez más. Luego asistieron al evento del cumple de años del Angelito de dios. Y a paseante, como corresponde, la cumpleañera le hizo un presente.
Cuando se acostó por la noche, paseante pensó que le había gustado ese evento. Le gustaban los presentes que la sorprendían.
El domingo también fue feliz. El padre de su ahijado los había invitado a almorzar. Fue tan lindo! Tan…
Paseante dio por terminado el fin de semana con una sonrisa en lo profundo. A paseante le gusta su vida, aunque a veces lo niegue.