Tuesday, September 12, 2006

días de montaña

Paseante se fue con Ricurita y familia a departir un hermoso fin de semana en la cordillera. Viernes por la noche, y la cosa pintaba bien: cielo despejado con una luna llena que iluminaba el blanco de la nieve.

El sábado comenzó de madrugada, porque Ricurita creyó que una vez el sol fuera, el día debía comenzar. Vestida con glamour para descender por las pistas, paseante disfrutó a más no poder. Cabellera liberada, sountrack de lujo, sol y viento era todo lo que paseante necesitaba para olvidar una pésima semana con trabajante. Por la noche, como no, su padre les preparó un sándwich de jamón y queso para acompañar el té. Era hora de correcciones para UAI, pero eso no empañaba la noche larga y hermosa. Paseante ama el cielo cuando se va poniendo rosa hasta llegar al rojo furioso que sigue del naranjo. Paseante no sabe más nombres de colores, pero cree que hubo más en ese atardecer.

El domingo fue de tarde, porque la neblina había cubierto la montaña y el viento, aunque le ame, había paralizado algunos andariveles. Aún así, ella y su padre se lanzaron cerro abajo. De pañuelo a la cabeza para sortear el frío con estilo, paseante creyó que saldría invicta; pero el viento tenía otros planes. Vino una ráfaga y luego otra, hasta que su hermoso pañuelo (que no era de ella) voló hasta llegar a vestir a la momia del Plomo. Paseante que es fuerte, decidió enfrentar nuevamente el viento blanco y emprender la operación rescate. Entre las rocas, fuera de pista y con la nieve golpeando su rostro, paseante logró dar con el pañuelo. Invicta –y agotada-, decidió junto a su padre que había sido suficiente. Podían emprender el regreso a la capital.

La montaña había sido buena compañía. Podían cerrar la temporada de ski.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home

avisos clasificados españaavisos clasificados brasilavisos clasificados argentina
contador de visitas