de pan con mantequilla y nescafé
Paseante llegó a la capital de madrugada, cuando aún faltaban para las 8am. No habían dormido por la noche en Baires. La levantada a eso de las 4am (hra. arg.) había dejado sólo un par de segundos para cerrar los ojos, y como no, en su última noche, paseante y Mari fueron atacadas por zancudos. El sueño era violento y la semana ardua, por lo que una vez en el avión, cerraron los ojos y olvidaron el mundo.
Se perdieron el cruce por la cordillera (la más maravillosa del mundo!), los discursos del piloto y el desayuno. Paseante llegó directo, abandonando su maleta por ahí, a transformarse en trabajante en la escuela. ‘Hola qué tal, hola qué tal’ y a trabajar. Una reunión acá, otra allá, una a las 15 y otra a las 19. Así es su día.
Lo de paseante se paga… en una semana que no acepta cuotas.
Se perdieron el cruce por la cordillera (la más maravillosa del mundo!), los discursos del piloto y el desayuno. Paseante llegó directo, abandonando su maleta por ahí, a transformarse en trabajante en la escuela. ‘Hola qué tal, hola qué tal’ y a trabajar. Una reunión acá, otra allá, una a las 15 y otra a las 19. Así es su día.
Lo de paseante se paga… en una semana que no acepta cuotas.
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