de paseo por el parque

Paseante tuvo un buen fin de semana, pues con estos días de aire helado, el cielo casi limpio y la cordillera como marco, no podíamos menos que sacar a paseante a las calles. Hizo todo aquello que hace tiempo no hacía y fue a lugares a los que había mirado de lejos por meses. Además, andaba con amante, lo que hace que todo luzca mejor.
El sábado por la mañana, no tan de mañana para dormir como se usa, fueron al MAC y a caminar por el barrio. Hablaron de las bondades de la vida caminante, recordaron historias de ciudades y paseos, y cuando vieron la hora, ya era momento de almorzar. Humitas, para ser exactos y acompañar al día. Por la tarde se sucedió una cadena que incluyó teatro, comida y fiesta; amenizado siempre de fondo, con mucho reírse y disfrutar. Por la madrugada, dieron cierre a un gran día.
Y el domingo, con más sueño y un cielo mejor, tuvieron almuerzo en la casa de don Eduardo con la familia del joven de la Península. Fue ameno, había visitas ilustres y buena conversación. A paseante le gustó, mas el sueño la convocó a una siesta que no pudo evitar. Luego de asistir a los oficios y beber el té, amante y el joven de la Península intentaron ver otra de Epitafios, pero la amena conversación de su morada se los impidió. Decidieron que era hora de acabar con el fin de semana, pues hoy era día laboral. Trabajante ha de entregar un artículo para el pasquín y tenemos la impresión que el joven de la Península seguirá discutiendo con srs. poco expertos.
No importa demasiado la verdad, pues hay aires que indican habrá más fiesta que trabajo durante la semana…